Soy de
la orilla brava del agua turbia y la correntada, que baja hermosa por su barrosa
profundidad; soy un paisano
serio, soy gente del remanso Valerio que es donde el cielo
remonta el vuelo en el Paraná, reza entre suaves acordes de
chamamé siestero, la hermosa canción
de Jorge Fandermole, mítica figura de la trova rosarina ochentista, que si bien
no dá pistas para llegar a éste paraje de la localidad de Granadero Baigorria al este de la provincia de Santa Fé, nos sitúa mental y geográficamente, nos
describe con sutil encanto de poesía, un río, un paraje cansino, pieles morenas de sol y espineles, para imaginarnos un lugar paradisíaco, sumido
en la quietud de la tarde, en la ribera
barrosa del Paraná.
Nada más distante de la
realidad, remanso Valerio, y sus riberas barrancosas, de belleza agreste, casi
precario, un asentadero de casi cien años. Un barrio tranquilo de pescadores
humildes y trabajadores, de más de trescientas familias y por lo menos unas
1500 almas, plagada de calles de tierra y casitas frágiles de chapa y ladrillos
construídas con esfuerzo de manos trabajadoras,
que día a día, generación tras generación, arriesgan su vida en sus
canoas, en pos de realizar la única tarea que ha sustentado sus vidas y las de
sus familias desde que los primeros pobladores vinieron a asentarse allá a
fines del 1800, cuando el horno cementero Fhur dejó de funcionar.
La pesca artesanal, prácticamente extinguida,
y única forma sustentable de vida que conocen la mayoría de los habitantes del
remanso, es hoy una utopía, casi un cuento mítico, que contado a la luz de las
estrellas del cielo azul santafesino, suena a leyenda, debido a diversos factores ambientales que han
venido horadando la fertilidad acuifera del río, desde la construcción de
Yaciretá, en el alto Paraná, y la destrucción masiva que se genera en su
reserva, en el límite entre la provincia de Corrientes y Paraguay, hasta el
puente que une Victoria con Rosario, y el tunel subfluvial finalizado en la
decada del 60, todo ha conspirado para
dejar al río sin su riqueza natural.
En el río Paraná el
sábalo, estandarte y principal actor de la cadena biológica del mismo, ha ido
mermando por factores humanos y tecnológicos, todos evitables, todos
estudiables en primer lugar la connivencia del gobierno con las empresas de
exportación y recolección, que deberían no solo regular con leyes de control y
veda, de la pesca, sino también poner un cupo en la exportación, hoy según el
gobierno de Santa Fé , con un máximo de 4.000 toneladas anuales, generan deudas
de credibilidad, en segundo lugar, la falta de control y repoblación, de una
especie que no solo es un recurso valiosísimo de pesca sino también , el sostén
de otras especies del Paraná que se alimentan de sus huevas y larvas, poniendo
en jaque a otras, como el Pacú (hoy recuperado por la cría en piscifactorías).
Para hacernos una idea
de la situación, un dorado de 10 kilos tarda 10 años en desarrollarse, mientras
que en algunas zonas del alto Paraná se levantan hasta 30 y 40 por noche, sin
contar las sangrías con trasmallos y redes con mallados inferiores a los 16 cm . que es el permitido,
según las leyes provinciales.
Dice la ley 12212 de
Santa Fé, que prohíbe la captura, circulación venta y consumo, en todo tiempo,
de sábalos inferiores a 42 cms., sin embargo por la enorme demanda de Brasil y
Colombia, los frigoríficos locales siguen comercializando ejemplares pequeños.
Los frigoríficos más competitivos proveen a sus pescadores río arriba de hasta
20 canoas y un total de 2000
metros de malla y recogen de lunes a miércoles
aproximadamente unos 12.000 kilos de sábalo. Por lo que a los pescadores del
remanso solo le quedan las migajas, de lo que alguna vez fue su río y su medio
de supervivencia.
Hoy los pobladores del
remanso no solo enfretan un futuro de pesca escaza y demanda flacas, sino que
deben enfrentarse también al miedo del deshaucio, y depositar su fé y su futuro
incierto en el monumento de piedras de casi 1000 kg , que se yergue
adusto en la entrada del remanso, el
¨Cristo de los pescadores¨.
Abogando por una pesca
sustentable y sostenible, en El Baqueano, nos hemos comprometido a no solo
difundir situaciones que ponen en jaque el futuro de productos y medios de vida
sino también intentar desde nuestra posición de gastronómicos, hacer conocidos
aquellos peces de río, de los cuales nadie habla , ya sea por desconocimiento,
ya por desidia, o intereses creados y que hoy, si! se pueden consumir debido a la cría
en piscifactorías y que independientemente de las vedas provinciales y los
controles de tránsito entre provincias, están al alcance del consumidor
En la próxima nota en
nuestro blog, hablaremos del nuevo plato que se viene, y del Pacú, un habitante
de nuestros ríos que ha vuelto a vivir.
Agradeciemiento especial a Diego Landi (periodista y editor de TN.com.ar), por brindarnos información detallada de la situación del remanso Valerio y sus habitantes
Grandes!!!! gracias por todo lo que estan dando por la gastronomia de nuestro pais! Con el sudor y el laburo se pueden logran muchas cosas, mas con la coviccion y la honestidad que le ponen al laburo diario, honorable como minimo.
ResponderEliminarFelicitaciones de verdad! .
JMO.
Gracias Juan Manuel!, alentadoras palabras, sobre todo viniendo de un colega gastronómico!, un abrazo!
ResponderEliminarMuy buena descripción del Remanso Valerio y bien graficada con las fotos imprescindibles. Gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias por informar Semejante Situación de nuestros Paisanos del Remanso Valerio... Creo que nada (en ese asentamiento de mas de cien años) ha dejado una Protesta tan firme y cabal... Hecha letra y melodía de Chamame por este santafesino Serio que se hace llamar Jorge Fandermole... Realmente Fandermole es un exquisito compositor, realista y comprometido con los olvidados de siempre ... Muchas gracias tambien a vos CANTOR ( que aun no tengo el gusto de conocer) ...Te esperamos por Mar del Plata ... Ángel Dilucca
ResponderEliminar